13.1.05

Somatizaciones

Maryland, diciembre del 2001
J. C. Laborde


Asociamos el término "somatizar" con las enfermedades físicas producidas desde nuestra psique, sin embargo, el término abarca un espectro mucho más amplio del que imaginamos.
En realidad el universo concreto es una "somatización" (corporización) del universo espiritual.
Acostumbramos entender "lo espiritual" como algo asociado con lo oculto o lo religioso, cuando algunas filosofías, como el budismo y el brahamanismo, son mucho más concretas: lo espiritual es aquello que no puede percibirse con los sentidos. Y permítanme recordar que la psique no puede verse, las emociones no pueden verse, los pensamientos tampoco, ni la energía eléctrica, ni el magnetismo, ni la fuerza de gravedad, ni los colores ultravioletas o infrarrojos, ni los sonidos por debajo o encima de la escala de octavas conocida pueden ser escuchados, ni muchas otras cosas que ignoramos, pero existen.


Desde el punto de vista filosófico, el universo perceptible es producto del universo inmanifiesto, espiritual o psíquico. La dirección energética de la creación va, invariablemente, desde lo espiritual hacia lo material, y no es que uno sea mejor o esté por encima del otro; sino que, simplemente, esa es la dirección y ni siquiera existe una línea precisa que separe un mundo del otro.

Si coincidimos con este principio, nos resultará viable no sólo que algún desorden psíquico se exprese a través de una enfermedad física, sino que, en realidad, todos los sucesos físicos son expresión de nuestro mundo interior.

El "soma" o cuerpo que decimos "tener" es parte de nuestro universo individual. No existe una dicotomía, límite o frontera precisa que separe cuerpo de espíritu. No hay tampoco una guerra entre nuestra alma y nuestra "carne", porque si esto fuera así, resultaría en la destrucción inmediata de nuestra individualidad.
Cada vez que se producen "diferencias" entre nuestro campo psíquico y físico, las cuales se manifiestan como desórdenes o "desarmonización", ocurre alguna enfermedad o malestar corporal.

Cuando alguien me dice que él es netamente espiritual, le pregunto con qué estoy conversando, pues lo que yo veo no es un espíritu. Es posible que el origen de las enfermedades sea la negación cultural de esa parte de nosotros mismos a la que llamamos "nuestro cuerpo".

No me imagino a la Humanidad sobreviviendo en épocas primitivas al acecho de tantos virus, bacterias, enfermedades psicosomáticas, cáncer, deficiencias inmunológicas, etc., como "existen hoy día".
Lo cierto es que la enfermedad tiene que ver con un desorden de algún tipo, y me atrevo a afirmar que el desorden original es espiritual y consiste en creer que somos cuerpo y espíritu separados, además de ignorar que, también, somos uno con el medio ambiente y las demás criaturas.
Si la dirección de la Creación va desde lo espiritual hacia lo físico, las enfermedades también. Y la salud también.

Siento que nuestra cultura está enferma. Y nuestra cultura es la psique de la Humanidad, no algo que está escrito en los libros de filosofía. La psique de la humanidad (o, si lo prefieren, el "inconsciente colectivo") actúa como un gran archivo de información. Esta información se transmite por memoria genética. En algún momento de nuestra historia, almacenamos cierta información que torció nuestra línea de creencias, produciendo el pensamiento ilusorio de que estamos separados de todo (incluso de nosotros mismos)
Los límites físicos son ilusión del mundo físico. El mundo espiritual carece de límites. Por ejemplo, tú puedes odiar a una persona esté donde ella esté y por el tiempo que decidas, es decir, que no hay límites espacio-temporales para los sentimientos.

Y si el mundo espiritual no tiene fronteras, tampoco las tiene su manifestación, que es el mundo tangible.
Lo que trato de decir es que si empezamos por reconocer, al menos intelectualmente, el alcance que tienen nuestros pensamientos y sentimientos, el poder real de nuestra voluntad (que es la orientadora de nuestra energía individual) y la relación existente con el medio ambiente; las "somatizaciones", tal vez, pasen a ser algo menos inconsciente.

Alguien me dijo, una vez, que, pensando así, hay que aceptar que somos culpables de todo lo que nos sucede. Yo diría que somos "responsables" de todo, de ninguna manera culpables.
Se habla de la "comunión" con la naturaleza que tienen los animales y algunos grupos humanos primitivos como los bosquimanos en África (o lo que quede de ellos). La comunión es nada más y nada menos que la relación estrecha con el medio ambiente.

En lo que hoy es Argentina, habitaron unos nativos llamados Mapuches, de los cuales quedan unos pocos sobrevivientes. Esta cultura desarrolló una profunda convicción de comunión con la naturaleza, hasta el extremo de que evitaban cavar la tierra, porque esto era igual que herirla; no gritaban en los bosques para no alterar su sonido natural, etc.

Nuestra raza, en cambio, se especializó en el concepto de ser "conquistadores". Conquistamos otras tierras y pretendemos dominar a la naturaleza, encauzar ríos, talar bosques, etc. Para que todo se parezca más a... no sabemos qué...
Al mismo tiempo desarrollamos y alimentamos la creencia de la antigua lucha entre la carne y el alma, asociadas, la primera con el pecado y la segunda con el Cielo
Esta separación virtual está, también, basada inconscientemente en la creencia de que existe un Dios Creador, separado de su Creación. (O sea: el Creador y sus creaturas)

Resumiendo: todo está separado.
1. Hay un Dios (que, además, parece ser diferente para los diferentes grupos humanos), separado de su creación ( lo cual significa que existen dos entidades: Dios y la Creación) ;
2. Las creaturas, por su parte, son, también, dos cosas: cuerpo y espíritu ;
3. Y esta relación simbiótica está, además, separada del medio ambiente.
Pero, sobre el particular, surgen varias preguntas:
Si Dios es perfecto, por qué su creación es imperfecta.
Si la creación es imperfecta por propia decisión (libre albedrío), por qué decidimos por el sufrimiento.
Si somos dos entidades enfrentadas, cómo es que estamos condenadas a convivir por toda la eternidad.
Si estamos separados del medio ambiente, qué respiramos, comemos, bebemos, etc.
Por el contrario, el concepto de unicidad, resulta mucho más simple. Implica que la Creación es una "emanación" de la fuente original de energía. Este criterio está inmanente en varias culturas, por ejemplo, en la hebrea, donde todo surge a partir del misterioso AIN (fuente). En la antigua Grecia, antes que los dioses olímpicos y crónidas estaban Chaos, Theos y Kosmos (materia primordial, orden natural y resultado de su unión). En el budismo, todo surge a partir de la corriente de la Vida.
Desde este criterio, las cosas "parecen dos, pero son una". Es decir que la separación es ilusoria, visible sólo desde el punto de vista material.

Si esto es así, al enfermar, estaríamos transfiriendo una resultante de nuestra angustia interna que no puede encontrar otra forma de expresarse.
La angustia, a su vez, es producto de dos fuerzas en pugna. Cuerpo y espíritu? No, es mucho menos simple, ya que el origen de la angustia depende de variantes netamente individuales.

Pero si existe una armonía cósmica, estaría basada en un ritmo que es afín a todas las cosas y es lógico pensar que cualquier cosa que no se adapte a ese ritmo está destinada a desaparecer o a destruir el orden cósmico.
La enfermedad (cualquiera que esta sea) es la manifestación física de un desorden individual con respecto al ritmo cósmico. Explicándolo de otra forma: si la Vida lleva un sentido de norte a sur, es como si decidiéramos ir al suroeste.
Siendo así, y sin miedo a pecar de animista (que lo soy), cualquiera de las mil cosas del universo podría enfermar. Y es así que, tal vez, el recalentamiento de la atmósfera, las tormentas, inundaciones y terremotos son formas de enfermedad del planeta.

El monje budista Nichiren escribió en su Teoría sobre la Pacificación de la Tierra (Risho Ankoku Ron) que los males del mundo (plagas, terremotos, tormentas, inundaciones, sequías, etc) son producto del mal comportamiento humano.
Aunque esto parezca una exageración, sobre todo si consideramos que fue escrito en el siglo XIII, cuando todavía no habíamos desplegado toda esta maravilla tecnológica capaz de acabar con la vida del planeta; revela la intención de brindar una enseñanza sobre la estrecha relación del individuo con el medio ambiente.
La enfermedad puede provenir desde el interior (nuestra psique) o del medio ambiente (epidemias, virus, bacterias, etc), pero, en todos los casos, debe de existir un campo propicio para el desarrollo del mal.
Este campo propicio o "caldo de cultivo" es la propia desarmonía con relación al ritmo universal. Para retomar este ritmo, es necesario re-enfocar el prisma de nuestros objetivos y priorizar lo humano por sobre lo económico. Dejar de vivir una vida utilitaria, para comenzar a experimentar con el desafío cotidiano y la aventura de enfrentarse diariamente a lo inesperado. Caminar, hablar

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