14.4.08

Alcanzar el Estado de Buda

Inspirada en las conversaciones del presidente Ikeda sobre el Sutra del Loto, Bárbara Cahill discute el proceso de alcanzar el Estado de Buda
Tomado del Seikyo Criollo, Febrero 1998

Durante las conversaciones sobre el Sutra del Loto se le preguntó al presidente Ikeda qué significa específicamente alcanzar el estado de Buda. Esto es algo que todos deseamos saber. La respuesta que él dio es verdaderamente extraordinaria. En lugar de hablar sobre alcanzar profunda sabiduría, fuerza vital, coraje y misericordia; todas las cualidades que podemos pensar como inherentes al logro del Estado de Buda, él dijo: “... para ponerlo de manera sencilla, alcanzar el Estado de Buda, más que un asunto de llegar a un destino o lograr una meta, es internalizar el proceso de reforzar continuamente el mundo de la Budeidad en nuestras vidas”. (UK Express, Dic. 1996, Pág.26)
Internalizar el proceso se refiere a hacer del proceso parte de nuestras vidas. No es algo que se nos impone desde afuera, no es algo que hacemos para complacer a alguien, ni es algo que hacemos por cualquier otra razón que no sea nuestra propia voluntad. El proceso que internalizamos es la continua fortificación del mundo del Estado de Buda en nuestras vidas. Esto lo logramos a partir de nuestra práctica budista diaria. Esto es verdaderamente revolucionario. Siempre hemos tenido la tendencia a ver el Estado de Buda como un resultado final, algo que se alcanzará luego de muchos, muchos años; un cambio muy grande.
El presidente Ikeda continúa, diciendo que el mismo Shakyamuni, en un principio, enseñó que para alcanzar el Estado de Buda se necesitan incontables eones de práctica y también que al convertirse en Buda uno estaría “dotado de atributos majestuosos”, de hecho esto sucedería sólo al final de una vida dedicada a la enseñanza. En la segunda mitad del Sutra del Loto, Shakyamuni expresa que el proceso de buscar lograr el Estado de Buda es en si el Estado de Buda; o como dice el presidente Ikeda: “Avanzar a lo largo del camino del Buda es en si alcanzar el Estado de Buda” (Ibíd., Pág.27).
¿Qué importancia tiene esto para nosotros? Imagine por un momento cómo es Buda... seguramente una persona extraordinaria, una persona que es perfecta en todos los aspectos ¿Alguna vez hemos conocido a un Buda? ¿Es probable que alguna vez conozcamos alguno?

Malas Interpretaciones
¿Acaso no nos muestra esto que pensamos en el Buda casi como un Dios? ¿Alguien demasiado especial para ser visto caminando por allí en la vida cotidiana? El presidente Ikeda dice que esta imagen proviene de antiguas enseñanzas budistas. Imagínese que el Buda Shakyamuni se presenta a la puerta de nuestra casa o esté sentado a nuestro lado en el autobús. Entonces imagine cómo responderíamos de modo diferente a un extraño si de alguna manera pudiéramos saber que es Shakyamuni. Pero sentimos que no conocemos a ningún Buda y probablemente nunca lo haremos. Esta es una mala interpretación muy seria.
El Budismo de Nichiren Daishonin promete que usted es un Buda ahora. Pero si continuamos pensando que esto nunca ocurrirá, si seguimos sintiendo que somos desmerecedores de ser Budas, si seguimos pensando que tiene que ocurrir un cambio muy grande antes de convertirnos en Buda, entonces nunca lo seremos. Es cierto que tiene que llevarse a cabo un cambio muy grande, pero este cambio no está fuera de nuestro alcance ahora. Tiene que ver con permitirnos pensar de modo diferente sobre nosotros mismos. Dentro de cada uno de nosotros se encuentra un grandioso tesoro. Pero ocurre que tenemos el cerebro lavado por pensar en nosotros mismos como indignos, que no servimos para nada, unos desadaptados sin remedio que no podemos darnos cuenta de este tesoro. De hecho, buscaríamos el tesoro en cualquier parte, fuera de nosotros, en lugar de pensar que lo tenemos dentro. Este es el mayor obstáculo para lograr nuestro Estado de Buda: no queremos mirar dentro de nosotros mismos para encontrarlo porque tememos de que lo que hallemos sea una terrible decepción.

¿Dónde yace el poder?
Hay otro obstáculo para alcanzar nuestro Estado de Buda y que es igualmente muy poderoso: es nuestra tendencia a pensar que lo que queremos lograr en realidad no es el Estado de Buda sino los beneficios materiales y las soluciones a todos nuestros problemas. A esto se une una mala interpretación sobre el Gojonzon. Luego de pensarlo mucho me he dado cuenta de que tendemos a pensar en el Gojonzon como un Dios, pensamos que si practicamos con mucho ahínco, el Gojonzon nos mirará favorablemente y nos quitará el problema o nos dará un beneficio. Pero esa no es la función del Gojonzon. Con razón estamos confundidos, ya que el pensamiento religioso que predomina es que Dios está fuera de nosotros y que al final tiene el control del rumbo de nuestras vidas. Pero no deberíamos pensar así sobre el Gojonzon. El Gojonzon no nos da cosas ni nos quita problemas. La función del Gojonzon es permitirnos ver el poder y magnitud de nuestras propias vidas y de ser capaces de usar este poder.

Constante Énfasis
Nichiren Daishonin nos dice que el Gojonzon es un espejo, no el espejo del baño que nos muestra una cara feliz o triste, sino un espejo que nos permite ver nuestro Estado de Buda. Nam Myojo Rengue Kyo, inscrito en el centro del Gojonzon, es nuestro Estado de Buda. Cuando nos sentamos frente al Gojonzon todos los días y nos conectamos con él a través de la invocación de Daimoku surge en nosotros el Estado de Buda. Cambiamos de opinión respecto a ‘cuán terrible’ o ‘cuán atemorizante’ es la vida; comenzamos a ser más positivos y más esperanzados. ¿Cuántas veces hemos empezado a cantar en un estado de desesperación para luego hallar que aparece la esperanza? Esta es la función de nuestro Estado de Buda. A esto se refiere el presidente Ikeda cuando dice que el Estado de Buda no es un destino final sino un camino que transitamos continuamente.
El Estado de Buda es la perspectiva de la vida que dice: “No, el mundo, la vida misma, no es deprimente, no es razón para la desesperación y el pesimismo. La vida es creativa, esperanzadora, misericordiosa y positiva.” El Estado de Buda es el camino para reconocer esta manera positiva de ver la vida, para luego enfatizar esta perspectiva positiva cada vez más. Finalmente, el camino de la Budeidad se convierte en nuestra propia capacidad para enfrentar los problemas. Es la capacidad para dirigir nuestras vidas nosotros mismos, además, es la capacidad de compartir esto con otras personas y apoyarlas en esta perspectiva.

Las Relaciones Dependientes
Nosotros venimos a la vida como seres dependientes y parecemos tener una gran necesidad interna de permanecer dependientes. El Budismo sostiene que esta dependencia es muy natural; que hay una especie de red en constante formación de relaciones dependientes desde el inicio hasta el final de nuestras vidas. En este sentido nunca podemos ser independientes. Nos causa sufrimiento el no reconocer esta red de relaciones, no sólo con otros seres humanos, sino con la vida como un todo. Para ser realmente felices, nuestro papel en esta red de relaciones dependientes debe ser muy diferente al que teníamos cuando éramos bebés dependientes. Esto se debe a que necesitamos desarrollar la capacidad de dar, al igual que recibir, de las muchas relaciones que tenemos. Para dar, necesitamos ser capaces de sentir que tenemos algo que otros necesitan y que estamos felices de darlo. Este ‘algo’ que podemos dar no es tanto los bienes materiales ni siquiera nuestro tiempo y esfuerzo, más bien, lo que podemos brindar es nuestro espíritu positivo, fuerte y alegre, siempre extrayendo lo positivo de cada situación y enfatizando esto en lugar de la desesperación y la desesperanza. Este espíritu alegre no está fuera de nuestro alcance actualmente. Sin embargo, tendemos a no ver que la razón crucial por la cual practicamos Budismo es el desarrollo de este espíritu. En otras palabras, debido a que constantemente buscamos los beneficios y las soluciones a los problemas fuera de nosotros mismos: en el Gojonzon y en otras personas, seguimos dependiendo del medio externo en lugar de darnos cuenta de que llevamos esta gran alegría y esperanza dentro de nosotros. También dejamos de darnos cuenta que, por sobre todo, nuestra práctica budista nos permite captar este espíritu y ampliarlo. Es este espíritu positivo y alegre el que nos habilita para resolver nuestros problemas y para atraer beneficios.


Abriendo Nuestras Vidas
En una reciente conversación, el presidente Ikeda aclara que la fe en el Gojonzon no es una fe en una entidad suprema o algo superior a nosotros. Él dice: “El Budismo no enseña la negación de si mismo. Nuestras vidas individuales son cada una castillos de tesoros infinitos... Todas las cosas de valor emanan desde nuestro propio ser. La fe en el Budismo significa establecer nuestra verdadera entidad”. (Conv. Sobre el Sutra del Loto. Vol., 2, Pág.138).
Esto no significa que nos centremos en nosotros mismos y nos olvidemos del resto de la vida. Nos concentramos en nosotros mismos para hallar algo en nuestro interior y brindárselo al resto de la vida. Es así como establecemos una relación armoniosa y recíproca con la vida en vez de una relación dependiente semejante a la de los bebés. Una vez que comenzamos a hacer esto, cuando cantamos, ocurre algo muy misterioso: en lugar de volvernos más egocéntricos y egoístas: “Nuestra vida se abre al cosmos y es envuelta en este, al mismo tiempo, nuestra vida abarca todo el cosmos. Estamos en constante intercambio y comunicación con el cosmos, nuestras vidas resonando junto a él como una entidad viviente (...)” Esto puede ser un concepto muy difícil de captar. En esencia, el presidente Ikeda está diciendo que mientras más sintamos el valor de nuestras propias vidas, más sentiremos que no estamos solos. Nos haremos conscientes de un ‘constante intercambio y comunicación con el cosmos’. Él dice que la fe es el ‘trampolín’ para alcanzar esta conciencia.
En lugar de buscar nuestra seguridad fuera de nosotros o de depender de algo externo para nuestra felicidad y realización; al cantar para dar realidad a estas cualidades en nosotros establecemos un camino que sin falta nos conduce a nuestra verdadera entidad y nuestra naturaleza de Buda. Esta verdadera entidad es individual e independiente, sin embargo, al mismo tiempo es la fuerza vital del universo, que es compartida por toda la vida. Al realizarla dentro de nosotros cantando Nam Myojo Rengue Kyo, nos damos cuenta de su existencia en todos los aspectos de la vida en todo el cosmos.

Miedo y Alienación
Esto puede parecer una cosa mística y no estar terriblemente conectada la vida diaria. Sin embargo, hay realmente una sola cosa fundamental que está garantizada para estropearnos las cosas y provocar todo tipo de problemas en nuestras vidas, incluyendo serias enfermedades, incapacidad para actuar inclusive incapacidad para vivir. Esto es el miedo. Miedo al abandono, aislamiento, rechazo, violencia, abuso, indiferencia, miedo a no servir para nada. La lista es inmensa. Creo que la mayoría de los miedos están arraigados en un miedo a la alienación. Miedo a ser extraño, de no ser lo que se espera, o miedo a ser ‘otro’.
Tenemos un profundo miedo a volvernos independientes porque pensamos que esto nos convierte en ‘otra’ persona. Sentimos que la independencia significa no formar parte de la vida. Aun así, aquí está el presidente Ikeda diciéndonos que por medio de crear nuestra independencia y establecer que podemos depender de nosotros mismos, podemos determinar nuestra verdadera entidad, nuestro Estado de Buda. Místicamente, el establecer nuestra verdadera entidad es lo que nos permite crear conciencia de la profunda conexión que compartimos con toda la vida. El miedo corta esta conciencia. Aun si alguien nos habla sobre esta conexión, aun si leemos sobre ella, no podemos crearla en nosotros a menos que trabajemos para alcanzar nuestra verdadera independencia, nuestra verdadera entidad. Es esta verdadera entidad la que se da cuenta ‘no estoy solo, no necesito tener miedo, la vida como un todo me envuelve y yo abrazo toda la vida sin miedo’. La naturaleza recíproca, tolerante de la vida no es aparente para la mayoría de nosotros.
Tendemos a concentrarnos en las cosas que van "mal". Con frecuencia cantamos por estas cosas ‘malas’, buscando lo que hay que cambiar desde afuera. En lugar de hacer esto, vamos a comenzar a cantar para encontrar nuestro propio ánimo, nuestra propia facultad. Más que ser egoístas este hecho nos conecta fuertemente al apoyo externo que siempre hemos querido. Ese apoyo está allí ahora. En vez de mirar los problemas, necesitamos buscar nuestra verdadera entidad. Luego seremos capaces de ver y aceptar el apoyo que existe a nuestro alrededor.

Desarrollarse Uno Mismo
El deseo de percibir nuestro Estado de Buda no es un proceso analítico ¿yo soy un Buda? ¿Cómo puedo ser un Buda? ¿Qué hay con respecto a mis fallas? En lugar de esto, simplemente necesitamos confiar sinceramente que al cantar Nam Myojo Rengue Kyo al Gojonzon con el deseo de percibir el Estado de Buda, nos haremos conscientes de nuestro Estado de Buda. No es la función del Gojonzon darnos cosas como un trabajo nuevo o casa nueva. La función del Gojonzon es permitirnos despertar a nuestra Budeidad. Es nuestro Estado de Buda el que nos cambia significativamente. Esto es lo que nos habilita para obtener el trabajo o la casa nosotros mismos.
El Gojonzon está allí para que desarrollemos la capacidad. Así que, ¿Cómo es el Estado de Buda? Es un camino. A medida que caminamos a lo largo de él, nos damos cuenta de varias verdades bellas. Nos hacemos conscientes de que no tenemos que temer a la vida, de que estamos tan firmemente conectados y que formamos parte de ella como siempre hubiéramos querido. Esta conexión es nuestra vida interna, nuestro Estado de Buda y nos damos cuenta que existe en otras persona también. El factor clave es nuestro deseo, nuestra intención de darnos cuenta y creer en esta increíble grandeza en nuestras propias vidas. Esto es el eje de todas las enseñanzas de Nichiren Daishonin.

Integración
¿Cómo seguimos este camino? El presidente Ikeda dice: “Para ser concreto, las acciones del Buda y la postura en la sociedad consiste en la práctica de Bodhisattva. Aun después de lograr la Iluminación el Buda continúa en el camino de la práctica de Bodhisattva. Esto, dicho de otro modo, es el ‘hábito del Buda’” (UK Exp., Dic. 1996. Pág. 27). Así como tendemos a pensar en el Gojonzon como un Dios, también tendemos a pensar en el bodhisattva como un ‘hacedor del bien’. Sin embargo, lo importante de nuestro movimiento budista es que tenemos una práctica para nosotros mismos: cantamos Nam Myojo Rengue Kyo al Gojonzon. La naturaleza esencial de nuestra práctica es cambiar nosotros, este cambio está basado en nuestro desarrollo propio. Esto es muy diferente a ser un ‘hacedor de bien’. Sin la práctica para nosotros no tendríamos manera de cambiar en nuestros corazones, y es por este cambio que cambiamos el modo en que nos sentimos hacia otras personas. Vamos a estar claros, a ninguno de nosotros automáticamente le agrada y respeta a cada persona que conoce. Con frecuencia estamos llenos de sospechas, de miedo, de avaricia o del deseo de dominar.
Esto es natural, pero no nos está haciendo felices. Sin la práctica para otros, probablemente nunca trataríamos de cambiar estos aspectos en nosotros. Al desempeñar el papel de bodhisattvas nos colocamos en un escenario donde nos enfrentamos a situaciones y a gente que hallamos difíciles. El cantar por esto es lo que nos permite traspasar las limitaciones del desagrado, de juzgar o de calumniar a otras personas que nos las impone nuestro karma.

Un Movimiento Perpetuo
Nuestra práctica budista para nosotros y para otros es un movimiento constante hacia adentro y hacia fuera. Este movimiento se detiene tan pronto lo dirigimos todo en un solo sentido. El movimiento hacia fuera nos muestra nuestro Estado de Buda y también qué aspectos necesitamos trabajar dentro de nosotros y debido a que el movimiento hacia adentro está bien establecido en nuestras vidas (nuestra práctica regular de Gongyo y abundante Daimoku), tenemos los medios para llevar esto a cabo. Esperar de nosotros mismos que nos agrade alguien o respetarlo sin tener los medios para cambiar en nuestros corazones es esperar lo imposible. El Gongyo y Daimoku nos proporcionan los medios para establecer este cambio interno profundo, si nosotros buscamos y esperamos ese cambio. A este cambio se le llama Revolución Humana, también se le llama Estado de Buda. El factor más importante para realizar este cambio es nuestra intención.
Así que vamos a desarrollar la intención para hallar este magnífico estado dentro y fuera de nuestras vidas. La única cosa que ocurre sin proponérnoslo es el programa que nuestro karma nos ha arreglado. Si en realidad vamos a liberarnos del sufrimiento que nos impone nuestro karma, tenemos que proponernos llevarlo a cabo. Yo no estoy diciendo que no debemos proponernos conseguir un trabajo o un novio. ¿Por qué, si esto es lo que en realidad queremos? Pero nuestra intención debe ser lograr estos beneficios a través de efectuar una transformación en nuestras vidas. Si le pedimos cualquier cosa al Gojonzon, esto debe ser para nuestro propio desarrollo. Eso es lo que en esencia es el Estado de Buda: nuestro propio desarrollo. Si siempre enfocamos nuestro Daimoku hacia la manifestación de los beneficios materiales como prueba real de la grandeza de nuestra práctica budista, estaremos omitiendo la prueba más valiosa que jamás podríamos dar a otras personas. Sin embargo, es esto lo que todos anhelan: la prueba del desarrollo de nuestra positividad, esperanza, alegría y misericordia.
En otras palabras, es mostrarles a otros el espíritu de la Budeidad en el cual estamos constantemente trabajando. Los medios para realizar este espíritu es la cosa más valiosa que alguna vez podríamos darle a otra persona. Desde el punto de vista de la enseñanza esencial, lograr el Estado de Buda, más que ser una ‘meta’ o un ‘estado’ especial, es un camino. Podríamos hasta llegar a decir que la única diferencia en la condición de alguien antes y después de lograr el Estado de Buda tiene que ver con lo firmemente que esté establecido este camino en la vida de la persona. ‘Establecer firmemente este camino’ significa solidificar en nuestras vidas el espíritu de anhelar la felicidad para nosotros y para los demás y continuamente tomar acción constructiva con este espíritu (...)
El establecer firmemente este camino es lo que permite que aflore nuestra capacidad, nuestro Estado de Buda. Debemos proponernos esto, o de lo contrario nunca ocurrirá. Necesitamos también intentar y restablecer nuestra naturaleza protectora de Bodhisattva todo el tiempo. Necesitamos, en otras palabras, usar nuestra capacidad para la felicidad de otros.