16.4.07

Quien es un Buda

Tomado del website de la SGI
en http://www.sgi.org/spanish/inicio/quarterly/13/VidaDiaria.html

Para muchas personas, la palabra buda evoca un ser de otro mundo, tranquilamente apartado de los asuntos mundanos; un ser que, a través de la meditación, ha alcanzado el estado de "nirvana" y puede escapar de este mundo y sus constantes sufrimientos, los mismos que son fruto de los deseos y las falsas ilusiones humanas.
Sin embargo, esta imagen no refleja la verdad acerca de la vida de Shakyamuni, el fundador del budismo que vivió en la India alrededor de 2.500 años atrás. Él fue un hombre profundamente compasivo que rechazó los extremos tanto del ascetismo como de los apegos, quien constantemente interactuaba con los demás y deseaba compartir con toda la gente la verdad que había descubierto.

El significado literal de buda es "el iluminado". La iluminación es un estado de pleno despertar e inmensa sabiduría, por medio del cual la realidad, en toda su complejidad, puede ser comprendida y disfrutada cabalmente. Cualquier ser humano que haya despertado a la verdad fundamental acerca de la vida, puede ser llamado un buda.
No obstante, muchas escuelas de budismo han enseñado que la iluminación sólo es accesible después de un arduo proceso emprendido por períodos inimaginablemente largos; de hecho, durante muchas vidas. En drástico contraste, el Sutra del Loto, considerado como la última y más alta enseñanza de Shakyamuni, explica que la budeidad ya está presente en toda vida. Este sutra enseña la absoluta igualdad y enfatiza que aun dentro de la vida de una persona aparentemente dominada por la maldad, existe la joya sin pulir de la naturaleza de buda: nadie más nos la da o juzga si la "merecemos".
Como el oro escondido en una bolsa sucia, o la flor de loto que emerge de un estanque lodoso, nosotros tenemos que creer primero que nuestra naturaleza búdica está ahí, para luego, despertarla y revelarla o "pulirla". En el budismo de Nichiren, esto puede hacerse a través de la devoción a la ley contenida en el Sutra del Loto entonando la frase "
Nam miojo rengue kio".

Pero, la budeidad no es una condición estática o un estado en el cual uno puede descansar complacientemente. Más bien, es una experiencia dinámica y una jornada de continuo desarrollo y descubrimiento.
Cuando reforzamos continuamente la budeidad en nuestras vidas, llegamos a ser cada vez menos controlados por el egoísmo (o la codicia), la ira y la estupidez: lo que el budismo llama los tres venenos. Al fusionar nuestras vidas con la vida iluminada del buda podemos abrir el potencial dentro de nosotros y transformarnos de manera sustancial.

Mientras el estado interior de budeidad se consolida, también desarrollamos una fortaleza de ánimo que nos capacita para manejar hasta las peores tormentas. Si estamos iluminados a la verdadera e inalterable naturaleza de la vida, podemos sortear con alegría las olas de las dificultades que se levantan contra nosotros en la vida y crear algo de valor en cada situación. En esta forma, florece nuestro "verdadero yo" y encontramos enormes reservas de valentía, compasión, sabiduría y energía de la fuerza vital dentro de nosotros mismos. Nos volvemos más activos y podemos llegar a sentir una profunda libertad interior. Al experimentar un creciente sentido de unidad con el universo, la soledad y la obnubilación que tanto sufrimiento causan, se desvanecen. Disminuimos el apego a las diferencias de nuestro ego inferior y egoísta, y nos hacemos conscientes de la interconexión que existe en toda forma de vida. Poco a poco nos damos cuenta de que nuestras vidas están abiertas para los demás y que deseamos su felicidad tanto como la nuestra.

A pesar de que nos es fácil creer que todos poseemos los más bajos estados de vida delineados en las enseñanzas budistas (infierno, hambre, animalidad, ira, etc.), nos resulta mucho más difícil creer que poseemos la budeidad. Pero el empeño por desarrollar y fortalecer constantemente este estado dentro de nuestras vidas, bien vale la pena.

Citando las palabras del presidente Daisaku Ikeda: "(La budeidad) es la más grande de las alegrías. El nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, ya no son un sufrimiento, sino parte de la alegría de vivir. La luz de la sabiduría ilumina al universo entero y la oscuridad innata de la vida. El espacio de vida del buda se hace uno y se funde con el universo. El yo se convierte en el cosmos, y en un solo instante del flujo de la vida, se expande hasta abarcar todo lo pasado y todo lo futuro. En cada momento del presente, la fuerza vital eterna del cosmos se derrama como una fuente gigante de energía".

4.4.07

Video 6th SUA Students Festival - Salsa Dance

Sube el volumen de tu Pc o Movil y disfruta este Video de un rico y maravilloso baile de Salsa de los estudiantes de Soka University de America en su Festival. La musica es de Buena Vista Social Club

Chanting for Love Video

Maravilloso video de las Divisiones Juveniles de SGI USA en Knoxville Tennessee (en ingles)

1.4.07

Emergiendo de las sombras del armamento nuclear

Por DAISAKU IKEDA
fecha de publicación: 25-03-2007, 23:59 hrs.
The Japan Times
Bajo convenio de entendimiento entre la Soka Gakkai de México y el periódico EL INFORMADOR.
(C) Todos los derechos reservados.
"En todos los momentos de la Historia, se escuchan pocas pero valiosas voces que claman por justicia. Sin embargo, es ahora, más que nunca, que estas voces deben alzarse por encima del estruendo que producen la violencia y el odio".
Estas célebres palabras son del doctor Joseph Rotblat, quien por muchos años dirigió las Conferencias Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales, una organización global que labora por la paz y por la abolición de las armas nucleares.
Rotblat falleció en agosto el año pasado, mes que marcó el 60o. aniversario de los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki. Tenía 96 años de edad. En la fase final de su vida, expresó una y otra vez su fuerte preocupación ante la crónica ausencia de progreso hacia el desarme nuclear, y ante la creciente amenaza de la proliferación nuclear.
El sorprendente desarrollo de la tecnología militar ha separado totalmente los actos de guerra de las realidades y los sentimientos humanos. En sólo un instante, se pierden vidas irreemplazables, y quedan reducidas a escombros las amadas tierras que nos han visto crecer. Se silencian y se ignoran los gritos desesperados de las víctimas y sus familias. Y dentro de este enorme sistema de violencia –en cuya cima se encuentran suspendidas las armas nucleares– los seres humanos dejan de ser vistos como manifestaciones de la vida. No son más que objetos.
Frente a tan severos retos, la comunidad internacional se encuentra inmersa en una creciente sensación de impotencia y desesperación, inclinada a considerar que la posibilidad de la abolición de armamento nuclear no pasa de ser un sueño imposible.
La paz es una competencia entre la desesperación y la esperanza, entre la carencia de los instrumentos para lograrla y la persistencia en el compromiso. Mientras más impotencia se inserta en las raíces de la conciencia de las personas, mayor será su tendencia a recurrir a la fuerza. La impotencia alimenta la violencia.
Pero han sido los seres humanos quienes le han dado vida a estos instrumentos de infernal destrucción. No puede ser que la capacidad para eliminarlos esté más allá de la sabiduría humana.
Las Conferencias Pugwash fueron la base de las acciones de Rotblat. Éstas se llevaron a cabo por primera vez en 1957, año que fue testigo de una rápida aceleración en la carrera armamentista nuclear que llegó a engullir al planeta entero. El 8 de septiembre de ese mismo año, mi mentor, Josei Toda, emitió un llamado para la abolición de las armas nucleares. Toda presentó esta declaración ante unos 50 mil jóvenes que se habían reunido en Yokohama, en un día bendecido por el tipo de cielo hermoso y claro que se observa después de los tifones. Entonces dijo lo siguiente:
"Actualmente se está desarrollando un movimiento global que clama por un veto a las pruebas con armas atómicas o nucleares. Mi deseo es llegar incluso más lejos en cuanto a esto; quiero dejar al descubierto y eliminar las garras que yacen escondidas en lo profundo de este tipo de armamento. (...) Incluso si un país llegara a conquistar el mundo mediante el uso de las armas nucleares, quienes las hayan utilizado deben ser condenados como demonios y fuerzas negativas".
Toda escogió denunciar las armas nucleares en términos tan duros, y hasta estridentes, porque estaba determinado a dejar claro que, en su naturaleza esencial, las armas nucleares son un "mal absoluto", es decir, el mal que niega y socava el derecho colectivo que la raza humana tiene a vivir.
El apasionado llamado de Toda, fue expuesto a partir de una comprensión filosófica del funcionamiento interno de la vida. Fue una advertencia acerca del egoísmo demoníaco que busca que los demás se rindan ante nuestra voluntad. Toda captó que todo esto se encontraba condensado en el deseo de los estados de poseer armas de destrucción total.
La idea de que las armas nucleares funcionan para evitar las guerras y que, por lo tanto, son un "mal necesario" forma parte medular de lo que impide su abolición. Es una idea que debe ser atacada y vuelta pedazos.
Debido a que Toda veía las armas nucleares como un mal absoluto, logró trascender la ideología y los intereses nacionales; jamás fue confundido por los argumentos de la política de poder. Hoy, medio siglo después, el discurso sobre la detención del avance nuclear y sobre los ataques nucleares "limitados" se encuentra de nuevo en el tapete. Estoy convencido de que ese grito que provino del alma de Toda, enraizado en las más profundas dimensiones de la vida, refulge ahora con un brillo universal incluso mayor.
Si queremos eliminar las armas nucleares, es esencial una transformación fundamental del espíritu humano. Desde los bombardeos que se perpetraron contra Hiroshima y Nagasaki, hace más de 60 años, los sobrevivientes han transformado la desesperación en un sentido de misión a medida que han hecho llamados por la abolición de las armas nucleares. Siendo nosotros las personas que habitamos el mundo de hoy, es nuestra responsabilidad compartida –nuestro deber y nuestro derecho– actuar como herederos de este elevado trabajo de transformación interior, expandirlo y enaltecerlo hasta convertirlo en una lucha dedicada a eliminar la guerra misma.
En 1982, cuando se agudizaban las tensiones de la Guerra Fría, la Soka Gakkai Internacional (SGI) organizó, en la sede central de las Naciones Unidas en Nueva York, la exhibición "Armas nucleares: Una amenaza para el mundo". Esta muestra recorrió 16 países, entre ellos la Unión Soviética y China y otros países relacionados con las armas nucleares, y fue visitada por aproximadamente un millón 200 mil personas. Los miembros de la SGI también participaron activamente en la campaña Abolición Global 2000. El objetivo de estos y otros esfuerzos ha sido despertar los corazones de las personas que buscan la paz.
Para profundizar aún más este tipo de solidaridad entre las personas comunes, me gustaría hacer un llamado para la creación de una "Década de la acción de los pueblos del mundo en pro de la abolición nuclear", y la pronta celebración de una Cumbre Mundial para la Abolición Nuclear. Tales pasos no sólo reflejarán sino que también respaldarán un creciente consenso internacional orientado al desarme.
No hace falta decir que son los jóvenes quienes tienen sobre sus hombros los retos y las posibilidades del futuro. Sería, entonces, de gran valor que, previo a la Asamblea General de la ONU, se realice una reunión de jóvenes representantes del mundo entero en la que los líderes tengan una oportunidad para conocer los puntos de vista de la siguiente generación.

DAISAKU IKEDA es presidente de la Soka Gakkai Internacional. También es fundador de la Universidad Soka y del Instituto Toda de Investigación sobre la Paz Global