31.5.05

“AVANCEMOS COMO LIDERES DE LA LEY MISTICA”

Por Luis Del Alcázar La Rosa, Responsable Nacional de la División de Caballeros de la SGIV

“El día 5 de marzo de 1966 amaneció radiante. Shin-ichi aguardaba con mucha expectativa la llegada de ese día por el hecho de estar programada la reunión de la fundación de la División de Señores. Mientras escribía, pensaba constantemente: ‘Llegó finalmente el momento de levantar a la División de Señores. Será como descorrer la verdadera era del Kosen-rufu’ ”.

De esta manera el Presidente Ikeda relata los pormenores de la fundación de la división de Caballeros, tal como aparece en la Nueva Revolución Humana, Capítulo “Corona de Triunfos”. Habían transcurrido tan sólo seis años desde que asumió el liderazgo de la Soka Gakkai como su tercer Presidente.
En el mencionado Capítulo, él se refiere a que discípulos como Shijo Kingo, Toki Jonin, Ota Jomyo y Soka Kyoshin, tenían también la edad de cualquiera de nosotros quienes hoy en día asumimos roles de liderazgo en la División de Caballeros. Además destacaba que esos discípulos actuaron con coraje en medio de las persecuciones de aquellos días, y que valientemente mantuvieron su convicción en las enseñanzas de Nichiren Daishonin, llevado adelante la práctica de su fe y la lucha en pro del Kosen-rufu. El Presidente Ikeda, comentó en aquella oportunidad: “De la misma forma, los miembros de la División de Señores deben ser personas de gran pasión, coraje, vitalidad y acción. Si actúan diligentemente, todos los demás seguirán su ejemplo confiadamente. La actuación de la División de Señores es muy importante y su potencial es inmensurable”.

Aquel día, cuando intervino el Presidente Ikeda, habló sobre el rol de la División de Señores, diciendo:
“Cuando los integrantes de la División de Señores actúen dignamente, tanto los jóvenes como los miembros de la División Femenina se desarrollarán en forma brillante. Sus sinceros esfuerzos se reflejarán en la creación de excelentes valores humanos en las demás divisiones. Por lo tanto, les solicito a todos que apoyen a la División Masculina de Jóvenes quienes heredarán nuestro futuro, creen el espacio necesario para que ellos actúen con toda libertad en la organización y asuman la responsabilidad de desarrollarlos. Con relación a la División de Damas y a la División de Jóvenes Femenina, apóyenlas en forma gentil y cariñosa. Los miembros de la División de Señores son observados por los demás compañeros como un modelo de la práctica de la fe. Por tener más experiencia, todos quieren saber cómo reaccionarán frente a las diversas situaciones de la vida diaria. Por esa razón, si la División de Señores mantiene una práctica de la fe inquebrantable frente a cualquier adversidad, todos podrán practicar el Budismo con seguridad y tranquilidad.”.

Es relevante mencionar que en esa ocasión se dio lectura a seis puntos expuestos por el Presidente Ikeda como condiciones para convertirse en un líder excelente. De esta forma, se estableció claramente las directrices eternas de acción de la División de Señores.
Conmemorando este importante acontecimiento en la historia de nuestro movimiento, me gustaría comentar acerca de estos puntos: El primero se refiere a: Tener convicción absoluta en el Gojonzon

En “Sobre el Logro de la Budeidad” Nichiren Daishonin escribió:
“Sin embargo, aún cuando usted invoque Miojo-rengue-kio y crea en él, si piensa que la Ley se encuentra fuera de usted mismo, no está abrazando la Ley Mística, sino cualquier otra enseñanza inferior. ‘Enseñanza inferior’ se refiere a todas las que no son este sutra, que constituyen doctrinas provisionales y transitorias. No hay ninguna enseñanza inferior que conduzca directamente a la iluminación, y, sin un camino directo hacia la iluminación, usted no podrá lograr la Budeidad, aunque practique existencia tras existencia, a lo largo de innumerables eones. Cuando invoque la Ley Mística y recite el Sutra del Loto, tiene que llegar a sentir la profunda convicción de que Miojo-Rengue-kio es su propia vida...” Más adelante aparece: “Aunque ellos estudien el Budismo, sus conceptos equivalen a los de personas no budistas”.

En este párrafo el Daishonin dice que uno puede invocar Nam-Miojo-Rengue-Kio, pensando que está practicando el Budismo y aún así, no ser budista. Afirma que las acciones por sí solas no son suficientes. Nam-Miojo-Rengue-Kio no es una fórmula mágica que produce beneficios a una persona cada vez que ora. Si reflexionamos, la mayoría de nosotros ha experimentado ocasiones cuando sentimos que a pesar de nuestras oraciones, pareciera que no estamos cambiando las cosas en la dirección que esperamos. Cabe preguntarse ¿Qué más deberíamos hacer?
Nichiren Daishonin explicó: “Cuando usted invoca Miojo y recita Rengue deberá hacer acopio de una convicción profunda de que Miojo-Rengue-kio es su vida misma”. La actitud, la confianza o la intención con la cual oramos – que podría llamarse la mente de la fe – son también extremadamente importantes. En otras palabras, la calidad de nuestra oración es importante. Tal como lo escribió el Daishonin en “El Verdadero Aspecto de Todos los Fenómenos”: “Si usted tiene la misma mente de Nichiren, usted debe ser un Bodhisattva de la Tierra”. Cuando oramos con “la misma mente de Nichiren” podemos no solo manifestar beneficios, sino además transformar nuestro karma y lograr nuestra Budeidad. Por lo tanto profundizar nuestra fe basada en un deseo sincero de lograr el Kosen-rufu es lo que significa “con la misma mente que Nichiren”.

La segunda es: Ser capaz de superar las dificultades
En una de sus recientes orientaciones, el Presidente Ikeda nos exhorta a desarrollar la “fe para superar los obstáculos”, diciéndonos: El Daishonin escribe: “Si propagan esta enseñanza, las funciones demoníacas se manifestarán sin falta. Pues si no lo hicieran, no habría forma de saber que es la enseñanza correcta”. En el transcurso de nuestra vida cotidiana sin duda enfrentamos obstáculos y adversidades, lo importante reside en la actitud que asumimos cuando éstos aparecen.
Como discípulos que practicamos de acuerdo con las enseñanzas del Daishonin y que llevamos a cabo la misión del Kosen-rufu, debemos generar desde la profundidad de nuestra vidas valentía y coraje, conscientes de que en algún momento aparecerán los tres enemigos poderosos, además de que eventualmente nos veremos envueltos en situaciones de odio y de envidia mayores aún a las que había durante la época de Shakyamuni.
Enfrentar este tipo de obstáculos demuestra que estamos practicando fielmente la enseñanza del Budismo. Y es justamente superando esos duros obstáculos como manifestamos el estado indestructible de la Budeidad. Por eso, en la “La Apertura de los Ojos” el Daishonin declara: “En ese momento, invariablemente aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios; pero cuando ello sucede, los sabios se regocijan, mientras que los necios se echan atrás”. Y también afirma: “Cuanto más grandes sean las dificultades que se abatan sobre él, mayor será su deleite, debido a la fuerza de su fe”. Esta es la esencia del Budismo de Nichiren, y el corazón de la Soka Gakkai.

La tercera directriz dice: Conocer los asuntos de la sociedad.
En “Respuesta a un Creyente” el Daishonin expresa: “Ningún asunto de la vida o del trabajo difieren en forma alguna de la realidad fundamental”. Lo cual significa que ninguna actividad que se lleve a cabo en nuestro mundo cotidiano es contraria a las enseñanzas y principios correctos del Budismo. El Daishonin, al citar el pasaje precedente [de T’ien-t’ai], observa: “Una persona de sabiduría es... aquella que comprende cabalmente los principios por los cuales se rige el mundo”. Además todos conocemos la frase: “la fe se manifiesta en la vida cotidiana”. Ambas afirmaciones destacan lo importantes que son nuestras acciones cuando nos esforzarnos en llevar a cabo nuestra propia revolución humana y así transformar la sociedad. Si no practicamos reconociendo sabiamente el terreno de la realidad que nos muestra la sociedad, seremos sometidos a un torbellino de múltiples influencias que podrían apartarnos del auténtico camino por manifestar nuestra genuina Budeidad.
El Presidente Ikeda ha expresado: “Debemos liderar con un sólido asidero en la realidad, mientras afrontamos los problemas y desafíos concretos, trabajamos sin descanso y nos esforzamos continuamente. Necesitamos avanzar cada día y mantener un ritmo bien ajustado a la época, para no quedarnos atrás. Cada uno tiene su propia forma de ser y su propia manera de avanzar; hagámoslo respetando nuestra naturaleza, con espíritu sereno y optimista, haciendo frente a los problemas a medida que van surgiendo. Esta visión positiva de la vida, sólidamente basada en la realidad, es la esencia del budismo de Nichiren Daishonin”.
En otras palabras todo queda definido por nuestra determinación a cada momento. Sin embargo también se nos advierte que debemos cuidarnos de la vanidad y la jactancia, es decir, del deseo de hacer alarde y de esgrimir nuestros triunfos para hacer sufrir a otros. Si sucumbimos a estas emociones perversas, no triunfaremos en la vida ni obtendremos beneficios en la fe. Una pequeña variación en nuestra actitud puede empujarnos a un callejón sin salida o impedirnos avanzar, a pesar de todo nuestro esfuerzo por salir adelante. Por todo esto, nuestro daimoku sincero debe enfocarse por crear valor en cada una de nuestras acciones cotidianas.

El cuarto punto se refiere a: Tener pasión por desarrollar a nuestros compañeros:
El Presidente Ikeda expresa: “Cuando una persona tras otra logra la Budeidad, pueden hacer que todas las personas también manifiesten este estado. Cuando una persona llega a ser feliz, puede hacer que todos los demás también lo sean. Aun en la noche más oscura y tormentosa, basta con que haya un solo faro encendido y luminoso para que muchos barcos puedan abrirse camino a salvo. De la misma manera, todo comienza por cada uno de ustedes.” Todos quienes practicamos el Budismo del Daishonin, compartimos profundos y eternos lazos que nos unen como “diferentes personas con un mismo propósito”. Por ello debemos comprometernos valientemente en romper las barreras que nos impidan acercarnos unos con otros y poder contribuir mutuamente al desarrollo de cada uno de los miembros de nuestra organización.
Debemos esforzarnos por construir relaciones humanas armoniosas tanto con nuestras familias particulares como quienes son nuestros compañeros de fe. El Presidente Ikeda se refirió a desarrollar una “fe para construir una familia armoniosa”, diciendo: “Nichiren Daishonin escribe: ‘Los que hoy creen en el Sutra del loto acumularán buena fortuna desde diez mil millas de distancia’.
[1] La fe firme es como un imán poderoso, que atrae la buena fortuna desde ‘diez mil millas de distancia’. Actúa como una defensa impenetrable que repele los infortunios. Con esta convicción, por favor conviertan sus hogares en castillos de paz y de felicidad. En muchos casos, en la familia hay otros integrantes que no practican la fe. No hay por qué impacientarse o sufrir a causa de esto. Pues si nosotros nos ponemos de pie seria y sinceramente, con convicción en la fe que practicamos, podemos guiar a todos nuestros parientes y familiares en dirección a la felicidad y a la esperanza”.

El quinto aspecto dice que: Debemos ser personas humanas y magnánimas.
Reflexionemos ¿cómo nos relacionamos con los demás? La respuesta nos debe llevar a pensar en cómo crear y fortalecer constantemente verdaderos lazos de amistad entre la gran familia humana. El Presidente Ikeda dice: “Yo creo que la amistad es la relación más genuinamente humana de la que somos capaces. Ser comprendido y apreciado por alguien es una vital experiencia en la vida, que fortalece nuestra voluntad de vivir de manera conspicua e inconspicua. La amistad multiplica la cantidad de valor que somos capaces de crear y experimentar en la vida. Como dice el adagio, la amistad duplica nuestra alegría y reduce a la mitad nuestros pesares. Nada proporciona satisfacción más profunda ni recompensa más duradera que el esfuerzo por ser un verdadero amigo para otra persona.”. Sin duda, el Presidente Ikeda, espera que cada miembro de nuestra división se esfuerce por manifestar su auténtico humanismo, mediante la grandeza y la nobleza de sus acciones en la vida cotidiana. Para lograr este propósito el camino yace en profundizar nuestra fe diariamente.
Sensei siempre nos habla sobre la importancia de perseverar en la práctica de la fe por toda la vida, especialmente en el caso de nosotros los caballeros ya que como responsables de nuestras respectivas familias, siempre estamos enfrentando diversidad de situaciones relacionados con el trabajo, la salud, además de los que se derivan de las relaciones con nuestras respectivas esposas e hijos. Si no comprendemos la misión que cada uno ha escogido en su vida, tarde o temprano nos vernos afectados de alguna manera y nuestro ánimo de esforzarnos por el objetivo de nuestra propia felicidad y por el logro del Kosen-rufu, podrían llegar a verse erróneamente como dos objetivos diametralmente opuestos. Por ello el Presidente Ikeda nos advierte: “Cualquiera que sea la división a la que uno pertenezca, sus integrantes deben esforzarse dando prioridad tanto al trabajo como al cuidado de su salud. La práctica de la fe es para toda la vida entera. Por eso, independientemente de la división o de los cambios de las circunstancias, la práctica de la fe debe ser mantenida sin retroceso alguno”.

Finalmente el sexto punto es: Tener sentido de responsabilidad y de planificación.
Aunque ambos aspectos son muy amplios y abarcan diversos aspectos, quisiera hacer énfasis en lo siguiente: la palabra responsabilidad se relaciona con compromiso, madurez, sensatez. Por su parte la palabra planificación sugiere que deberíamos hacer planes y esforzarnos por llevarlos a la acción, de manera de no improvisar o dejar que las situaciones simplemente sucedan.
Como Bodisatvas de la Tierra hemos hecho el juramento eterno de preservar, mantener y propagar la Ley Mística, como auténticos discípulos del propio Daishonin. En nuestra época contemporánea nuestro vínculo mentor-discípulo con el Presidente Ikeda nos permite profundizar y comprender nuestro sentido de misión para esforzarnos por el logro del Kosen-rufu y la transformación de nuestra propia vida como seres humanos. Tenemos la misión de convertirnos en los “creadores de la armonía y de la unidad” en cada lugar donde nos encontremos. De ello depende el avance de la SGIV. Debemos asumir responsablemente lo que nos toque asumir y no esperar a que “otro asumirá lo que yo deje de hacer”. Ya es el tiempo de que cada caballero asuma valientemente la conducción de la corriente del Kosen-rufu en nuestro país, apoyando junto a la División de Damas, el avance de nuestros hijos, las divisiones juveniles. Si no los apoyamos ahora, no habrá futuro para nuestra organización.
Nuestro avance tanto personal como el organizacional debe ser evaluado y planificado adecuadamente. No dejemos que la inercia nos domine, tengamos expectativas, proyectemos nuestro futuro. Sólo así podremos lograr la victoria absoluta y establecer las bases de las próximas generaciones que asumirán la conducción de nuestro movimiento por la paz, la cultura y la educación.
Para finalizar quisiera referirme a la reciente orientación del Presidente Ikeda en donde se refiere a quienes asumimos posiciones de liderazgo en nuestra organización:
“Cuando cumplimos nuestra responsabilidad como líderes del Kosen-rufu, elevamos nuestro estado de vida. Los que sostienen en sus hombros el avance de nuestro movimiento y se consagran sin desmayo a esa lucha, finalmente disfrutan la victoria. El budismo enseña los principios de “realidad, sabiduría, práctica y nivel de iluminación” [también conocidos como los “cuatro principios místicos”].
[2] La “realidad” se refiere a la verdad que buscamos percibir. Desde el punto de vista de nuestro cargo en la organización, podríamos decir que esto se refiere a la misión que debemos cumplir. Para llevarla a cabo, debemos abastecernos de ‘sabiduría’ y emprender ‘acciones’ (práctica). Estos esfuerzos se traducen indisolublemente en el ‘nivel’ o ‘estado’ que logramos desarrollar”.

[1] The Writings of Nichiren Daishonin (WND), pág. 1137.
[2] Los cuatro principios místicos abarcan los primeros cuatro de los diez principios místicos de la enseñanza teórica establecida por el gran maestro T’ien-t’ai.