31.12.05

Gosho de Año Nuevo

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He recibido cien rebanadas de torta de arroz cocido al vapor y una cesta de frutas. El día de Año Nuevo representa el primer día del primer mes, el comienzo del año y el inicio de la primavera.
[1] La persona que celebre esta fecha acumulará virtudes y será amada por todos, así como la Luna va creciendo de tamaño a medida que avanza de Oeste a Este,[2] y así como el Sol resplandece con más fuerza mientras se desplaza desde el Este hacia el poniente.
En primer lugar, está la cuestión de dónde quedan exactamente el infierno y la Budeidad. Con respecto a esto, un sutra señala que el infierno se encuentra bajo tierra, y otro afirma que el Buda reside en el Oeste. Sin embargo, un examen más cuidadoso revela que ambos existen en nuestro cuerpo de un metro y medio de altura. Y esto ha de ser verdad, porque el infierno está en el corazón de la persona que, íntimamente, desprecia a su padre e ignora a su madre. Es como la semilla del loto, que contiene flor y fruto a la vez. Del mismo modo, el Buda habita en nuestro propio corazón. Por ejemplo, el pedernal tiene la propiedad de encender el fuego, y las piedras preciosas poseen un alto valor intrínseco. Las personas comunes no podemos vernos las pestañas, que están tan cerca de los ojos, ni tampoco alcanzamos a ver el cielo a la distancia. De manera similar, tampoco vemos que el Buda existe en nuestro corazón. Usted se preguntará cómo es posible que la Budeidad resida en nosotros, cuando este cuerpo, gestado por el esperma y la sangre de nuestros padres, es la fuente de los tres venenos y la morada de los deseos carnales. Pero un análisis reiterado nos muestra la verdad de esta cuestión. La flor pura del loto abre sus pétalos en un estanque fangoso; la madera fragante del sándalo crece en la tierra; los gráciles capullos del cerezo brotan de los árboles; la hermosa Yang Kuei-fei nació de una mujer de baja estirpe, y la Luna se eleva por encima de las montañas para bañarlas con su luz. La desventura proviene de nuestras palabras y nos lleva a la ruina, pero la buena fortuna se genera en nuestro corazón y nos vuelve dignos de respeto.
La sinceridad con que ha enviado ofrendas al Sutra del loto a comienzos de Año Nuevo es como las flores del cerezo que brotan de los árboles, como el loto que se abre en el estanque, como las hojas del sándalo que se despliegan en las Montañas Nevadas, o como la Luna que comienza a ascender. Como el Japón se ha convertido en enemigo del Sutra del loto, está provocando la llegada de infortunios desde una distancia de mil millas. A la luz de ello, es seguro que los que hoy creen en el Sutra del loto acumularán una buena fortuna que provendrá desde diez mil millas. Los objetos proyectan sombras; así como la sombra siempre sigue al cuerpo, la desventura siempre se cernirá sobre un país cuyo pueblo sea hostil al Sutra del loto. Por el contrario, los que creen en este sutra son como el sándalo imbuido de fragancia. Volveré a escribirle.

Nichiren

En el quinto día del primer mes.

Respuesta a la esposa de Omosu


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Antecedentes

Esta carta fue enviada a la esposa de Omosu, en agradecimiento a unas ofrendas que el Daishonin había recibido de ella a comienzos del año. Sin embargo, se desconoce el año en que fue escrita.
El apelativo Omosu deriva del lugar donde se encontraba su finca, la aldea de Omosu, en el distrito Fuji, provincia de Suruga. El nombre completo del marido era Ishikawa Shimbei Yoshisuke, y la destinataria, su esposa, era hermana mayor de Nanjo Tokimitsu.
En la carta, Nichiren Daishonin explica, de manera sencilla y poética, la forma en que opera el principio de los diez estados, revelando que la Budeidad y el infierno existen en la vida de cada ser humano. La persona cuyo corazón rebosa de odio experimenta el estado de infierno, mientras que aquel que tiene fe en el Sutra del loto experimenta la Budeidad.

[1] De acuerdo con el calendario lunar japonés, la primavera comienza en el primer mes, es decir, el día de Año Nuevo de dicho calendario que, en el sistema gregoriano, cae aproximadamente entre el 21 de enero y el 19 de febrero.
[2] Esto alude a que la Luna nueva comienza a verse por el oeste, poco antes del crepúsculo. En las noches sucesivas, a medida que crece su parte visible, da la impresión de ir desplazándose ligeramente hacia el este.

23.12.05

Y qué es el Budismo?


Tomado sin permiso del blog de Daniel Miracolo, un argentino viviendo en Venezuela, publicado el martes, octubre 11, 2005 en su Blog "Adentro está lleno de cositas" en el url www.novemberzulu.blogspot.com
El Budismo es el nombre que se le da a las enseñanzas de un Buda. Buda es la palabra sánscrita que quiere decir "El Iluminado", un ser humano que ha despertado a la verdad de la vida y del universo. Contrario a la mayoría de las religiones, el Budismo no hace alardes de una revelación divina. Comenzó con un hombre, quién, a través de sus propios esfuerzos, descubrió la realidad fundamental dentro de sí mismo y enseñó que cualquiera podría hacer lo mismo. En este sentido el Budismo no solamente se refiere a la enseñanza de un Buda, sino a la enseñanza que permite a las personas convertirse en Budas. Históricamente, el Budismo comenzó en el norte de la India con un hombre llamado Sakyamuni o Sidarta Gautama, quien hoy día se estima que vivió hace aproximadamente 3,000 años. Sakyamuni nació como príncipe heredero de un pequeño reino, disfrutó de todas las ventajas que la riqueza y su estado social, pero siendo aún joven se preocupó por el problema del sufrimiento humano. Se dió cuenta que todas las personas, ya fuesen ricas o pobres, de alta o baja alcurnia, experimentaban ciertos pesares ineludibles, los cuales caracterizó como los cuatro sufrimientos de nacer, envejecer, enfermar, y morir. Las personas nacen en un mundo en el cual no pueden evitar confrontarse al dolor y a la frustración, sufren los dolores y la humillación que provienen de la enfermedad y los remordimientos de envejecer y por el temor que emana del presentimiento de su propia mortalidad. De modo fundamental, los cuatro sufrimientos universales señalan hacia lo que el Budismo llama la Ley de la Inpermanencia. Todas las cosas cambian constantemente... nada permanece igual ni siquiera por un momento. Aún cuando era joven, Sakyamuni veia que la gente sufría en este mundo porque basaban su felicidad en cosas como la riqueza, el poder, el nivel social o el amor, los cuales, por su propia naturaleza están destinados a cambiar. Eventualmente, renunció a su derecho de ocupar el trono y asumió una vida religiosa en busca de una respuesta a este dilema sobre la condición humana. Después de practicar las austeridades por muchos años, se sentó a meditar bajo un árbol de bodhi y alcanzó la iluminación, tornandose así en el Buda. El Budismo, al igual que otras religiones de importancia, persigue liberar al hombre de los sufrimientos de su estado finito, uniéndolo a la verdad fundamental o a la realidad absoluta. Pero, contrario a las religiones occidentales que tienden a personificar a la verdad como Dios, un poder externo mucho más elevado que la persona, del cual se puede depender, el Budismo la considera como la médula de nuestra propia vida. En vez de buscar para lograr un reino más alto, el Budismo dirige al hombre a encontrar lo absoluto dentro de sí mismo. De esta forma, el ser humano es el foco central del Budismo, el cual lo presenta como el depositario de todos los potenciales. La Ley a la cual despertó Sakyamuni no fue creada por él ni por otra persona, pero es eterna y es la realidad fundamental que existe dentro de las vidas de todas las personas. En esta forma, el Budismo sostiene que todas las personas por igual poseén lo absoluto dentro de ellas mismas y son igualmente capaces de convertirse en Budas. De esta manera, proporciona una base para la igualdad de todas las personas e insiste en el respeto absoluto por la santidad de la vida humana. Vale la pena notar que el Budismo nunca ha sido propagado por la espada ni ha sido utilizado como una justificación para la guerra u otras atrocidades. Entre todas la enseñanzas de Sakyamuni, los que practican el Mahayana han venerado en particular, al Sutra del Loto, que sostiene que todas las personas tienen la naturaleza de Buda y pueden convertirse en Budas tal cual son. El Sutra del Loto decíase que abarcaba a todas las verdades dentro de sí, al igual que un rayo de luz blanca que contiene todos los colores del arco iris. En la China, formó la base de la escuela de T'ien-t'ai, la cual se convirtió en una corriente dominante del Budismo, tanto en la China como en el Japón. Sin embargo, a pesar de que el Sutra del Loto proclama la posibilidad de la iluminación universal, la mayoría de las formas de práctica budista eran tan arduas y consumían tanto tiempo, que solo una pequeña élite podía llevarlas a cabo. Luego, en el Japón del Siglo Trece, un reformista religioso llamado Nichiren Daishonin apareció, quién no solamente aclaró las enseñanzas del Budismo que habían sido distorsionadas, sino que estableció un medio universal factible para su práctica. Después de su profundo estudio de todos los sutras y sus comentarios, llegó a la conclusión de que el Sutra del Loto era la enseñanza más elevada de Sakyauni y que su título, Myojo-Renge-Kyo, contenía la verdad esencial, no sólo de la totalidad del sutra, sino también de todo el Budismo. Él incorporó esta esencia en la invocación Nam-myojo-renge-kyo, el cuál entonó públicamente por primera vez el 28 de abril de 1253. Al hacerlo estableció una práctica tan maravillosamente simple que todo el mundo podía hacerla e igualmente tan profunda que podía desencadenar la infinita sabiduría del Estado de Buda de cualquier persona. Lo que él hizo en esencia fue permitirle a la persona común y corriente, actualizar dentro de sí la realidad descrita durante siglos, en la filosofía Budista. A través de su vida, Nichiren Daishonin rehusó transigir y señaló los errores doctrinales y la corrupción de las sectas establecidas. Esto le valió muchos enemigos entre las autoridades, tanto civiles, como religiosas y soportó muchas persecuciones a través de gran parte de su vida, incluyendo dos exilios y un atentado de ejecución. No obstante, pudo solidificar la base de su enseñanza para las generaciones venideras, mediante sus esfuerzos infatigables por enseñarle a sus seguidores y por sentar el dogma de su Budismo en forma escrita. El 12 de Octubre de 1279, inscribió el Objeto de Veneración conocido como el Dai-Gojonzon para asegurarle a la humanidad que podría tener eternamente un punto central hacia donde entonar el Nam-myojo-renge-kyo. Su enseñanza se mantuvo viva por casi 700 años por el sacerdocio centrado al pie del Monte Fuji. después que la constitución de la post-guerra concedió la libertad de religión en el Japón, sus seguidores pudieron propagarla libremente. En años recientes, el Soka Gakkai Internacional ha difundido éste Budismo a más de 100 naciones, convirtiéndose así en una religión mundial.

22.12.05

Bodhisattva

Artículo publicado en Bodhisatvas Uruguayos, y reproducido aqui sin autorizacion de su autor.(por ahora)
Un bodhisattva es, literalmente, un ser viviente (sattva) que aspira a la iluminación (bodhi) y realiza prácticas altruistas.

El ideal del bodhisattva es importante para la tradición budista Mahayana como el individuo que busca la iluminación tanto para sí como para los demás. La misericordia, un empático compartir de los sufrimientos de los demás, es la mayor característica del bodhisattva. Esto se muestra en el siguiente incidente, del Sutra Vimalakirti, que concierne a un prominente seguidor laico del Buda, quien había caído enfermo. Al ser consultado acerca de su enfermedad, Vimalakirti responde, “Porque los seres están enfermos, el bodhisattva está enfermo. La enfermedad del bodhisattva surge de su gran misericordia.”

Se sostiene que el bodhisattva hace cuatro promesas expresando su determinación de trabajar por la felicidad de los demás: ”No obstante lo innumerables que puedan ser los seres vivientes, prometo salvarlos; no obstante lo inagotables que sean las pasiones, prometo dominarlos; no obstante lo ilimitadas que sean las enseñanzas, prometo estudiarlas; no obstante lo infinita que sea la verdad del Buda, prometo alcanzarla.” Las promesas, cada una de las cuales compromete al bodhisattva a la búsqueda sin final de una meta que continuamente se aleja, pueden parecer desalentadoras. El Budismo afirma, sin embargo, que el camino del bodhisattva no es una empresa poco realista, para personas con dones peculiares de misericordia y sabiduría. Más bien, la condición de vida de bodhisattva es inherente a la vida de hombres y mujeres comunes, y el propósito de la práctica budista es fortalecer ese estado hasta que la misericordia se convierta en la base de todas nuestras acciones. Además de misericordia, las promesas reflejan el compromiso del bodhisattva de dominarse a sí mismo, estudiar y aprender, por el logro de la sabiduría. Nada de esto, sin embargo, se busca en el vacío, simplemente para mejorar o adornar el yo; en la base de todos estos esfuerzos siempre está la determinación de quitar los sufrimientos de los demás y remplazarlos con alegría.

Para los seguidores del Budismo de Nichiren Daishonin, la práctica de bodhisattva incluye los dos aspectos, que se refuerzan mutuamente, de la “práctica para uno mismo y para los demás.” La esencia de la práctica para uno mismo es la invocación de Nam-myoho-renge-kyo (el daimoku del Sutra de Loto) junto con la recitación de pasajes clave del Sutra. El propósito de esta práctica es revolucionar la vida interior, desarrollar las cualidades del Buda: coraje, sabiduría, misericordia y abundante vitalidad o fuerza vital. Si bien muchas personas pueden al comienzo sentirse inspiradas a practicar el Budismo por el deseo de felicidad personal, para superar enfermedades o algún otro desafío aparentemente insuperable, conforme se expande su estado de vida, de manera natural desarrollan un interés más profundo por la felicidad de los demás. Percibiendo la interconexión de todos los seres, actúan misericordiosamente, incluyendo el compartir la sabiduría del Budismo, de modo que ellos también puedan hacer emerger los mismos ricos recursos interiores que yacen dentro de su vida. Los bodhisattvas están, de esta manera, naturalmente involucrados en la sociedad, luchando activamente tanto para transformarse a sí mismos, como por mejorar el mundo, haciéndolo un lugar más humano para todas las personas. Esto explica por qué los miembros de la SGI luchan por ser valiosos participantes en la sociedad, y por contribuir tanto como sea posible con su familia, su lugar de trabajo y su comunidad.