13.1.05

EL DINERO (Concepcion budista)

Por Gerry Thompson
(Tomado de la revista UK Express, febrero de 2000, traducción Ana T. Pérez)


El dinero y el bienestar material son temas que a todos nos hacen pensar mucho. La mayoría de las personas hemos experimentado problemas con ellos en uno u otro momento. ¿Qué hay en el fondo de estos problemas, y en qué modo pueden los principios budistas ayudarnos a manejarlos?

Además de la importancia que tienen en sí mismos los temas relacionados con el dinero y el abastecimiento material, también representan la manera en que nos conectamos con muchos otros aspectos de la vida y pueden ser indicadores de lo que necesitamos ver dentro de nosotros mismos. Nuestra relación con el dinero, como con todo lo demás, es una cuestión de causa y efecto. Esto obedece a que todo está interconectado; cada faceta de la vida refleja y afecta las demás de un modo integral. Los aspectos espirituales y los materiales están menos separados de lo que nuestros condicionamientos culturales pueden hacernos creer. Por ello, la clave para llevar a cabo cambios positivos en lo económico, como en todas las cosas, está en poder determinar cuáles son nuestros patrones generales. Nichiren Daishonin lo establece así: “Su dominio de las enseñanzas budistas no lo liberará en lo más mínimo de sus sufrimientos como mortal común a menos que usted perciba la naturaleza de su propia vida.” (MW, Vol. 1, pág. 4)

El truco, entonces, está en observar los patrones que se manifiestan en nuestra relación con el dinero y entonces buscar patrones de resonancia que se correspondan con lo que ocurre en otras áreas de nuestra vida. Vamos entonces a examinar la situación.

Tomemos el ejemplo de un hombre que usa el dinero como si éste no tuviera ningún valor, y lo gasta tan pronto como lo adquiere. ¿Esto tiene resonancia en algún asunto personal que tenga que ver con el respeto? ¿Acaso este señor necesita desarrollar un mayor respeto por sí mismo o una mayor autoestima? ¿Será, tal vez, algo que tenga que ver con el respeto a los demás, o a su medio ambiente o a lo que lo rodea? Cualquiera de estas cosas podría ser relevante. Tomemos, por otra parte, el ejemplo de una mujer que, en vez de gastar el dinero como si fuese agua, se aferra a él desesperadamente como si temiera que éste ya nunca más le fuese a aparecer en su camino. ¿Acaso este patrón se repite en otros aspectos de su vida? ¿Será que esta señora tiene dificultades para confiar, confiar en otras personas, o confiar en sí misma?

Gran cantidad de asuntos claves en la vida pueden servir para descubrir factores que están relacionados entre sí, y que al mismo tiempo pueden ejercer una influencia directa en cuanto a nuestra buena fortuna financiera. El agradecimiento por ejemplo: ¿Podemos decir que nuestra fortuna material refleja directamente nuestra propia capacidad para agradecer? Esto podría ser percibido en muchos niveles: el agradecimiento por los beneficios, por los retos, por las experiencias difíciles que nos permiten crecer y desarrollarnos.




Tomemos otro ejemplo, el compromiso: ¿Cómo estamos en cuanto a esto? ¿Concretamos las metas que nos proponemos? ¿Hay cosas que hemos tenido intención de hacer pero que no hemos abordado durante meses o años? ¿Estamos asumiendo la responsabilidad total de nuestras vidas y nuestros asuntos? Y en este orden de ideas: ¿Estamos viviendo nuestro sueño, o estamos encaminados a vivirlo? ¿O acaso será que nos va a llegar el momento de encontrarnos en nuestro lecho de muerte, para de repente recordar qué era lo que realmente deseábamos lograr en la vida? Todas éstas son cosas que ejercen una influencia muy directa en los asuntos materiales del aquí y el ahora.

El dinero es, de hecho, una forma de energía, simplemente una más de las formas con las que creamos un flujo entre nosotros y nuestro entorno. Las contribuciones financieras para las actividades de la SGI, por ejemplo, no son en sí mismas diferentes a la energía que fluye desde dentro de nosotros en los casos en que dedicamos nuestro esfuerzo a las reuniones budistas o a nuestra práctica budista. Es sólo un aspecto del flujo total desde nuestra individualidad hacia el universo. Este flujo que brota de nosotros se corresponde, es idéntico, al flujo de energía que penetra hacia nuestras vidas desde nuestro entorno inmediato y desde las demás personas; en realidad, desde el cosmos en su totalidad.

Por lo tanto, lo que estamos haciendo con esta práctica budista es esforzándonos para expandir nuestra vida, es decir, para incrementar ambas partes de esta ecuación y de este patrón de flujo. Mientras más se da, más se recibe, mientras más se recibe más se da, y así sucesivamente, en un espiral positivo que se incrementa a sí mismo. Esta es la razón por la cual el espíritu de las contribuciones puede producir beneficios personales. Mientras que si ponemos un freno a la “salida”, es decir, a lo que sale de nosotros, la escala de nuestro sistema de energía disminuye, nos “encogemos” a nosotros mismos.

Aunque el carecer de bienestar económico nos haga creer lo contrario, lo relativo al dinero no tiene un comportamiento diferente, separado o único en comparación con otros tipos de energía en movimiento. Resulta tentador creer que el manejo del dinero está de algún modo sujeto a un sistema de regulaciones y leyes que difiere del resto de las cosas de la vida, pero esto no es así. Nichiren Daishonin nos lo recuerda cuando dice: “Ninguno de los asuntos de la vida o del trabajo es, de modo alguno, diferente de la máxima realidad” (M.W., Vol. 3, pág. 270)

Esa es la razón por la cual cualquier intento que hagamos para enfocar nuestra situación financiera debemos hacerlo en el contexto de todos los otros factores de la vida que operan en nuestro caso en particular, incluyendo nuestra propia historia personal. En los círculos terapéuticos, lo que por lo general se relaciona con este tema son nuestros sentimientos de valoración personal, el modo en que fuimos criados por nuestros padres, si somos capaces de sentir amor, si nos sentimos merecedores de recibir amor y cuáles son los miedos fundamentales que albergamos acerca de nuestra propia capacidad para mantenernos vivos. Nuestra actitud hacia el dinero, de hecho, es síntoma de nuestra actitud global hacia la vida. Resulta tentador considerar que el tener o no suficiente dinero ejerce una importante influencia “en” nuestras vidas, cuando en realidad es el resultado “de” nuestras vidas.

El dinero, por lo tanto, con todas sus asociaciones de temor y de aversión, envidia, odio hacia uno mismo, o lo que sea, representa, en realidad, una de las áreas más efectivas sobre las cuales podemos definir cuál es nuestra visión básica de lo que es el mundo, cual es nuestra condición de vida y cómo sentimos la vida en el nivel más fundamental, para con ello esforzarnos por revelar nuestro máximo potencial y nuestra budeidad. Esto puede ayudarnos a trabajar en asuntos no resueltos que tienen efectos mucho más profundos y de mucho mayor alcance que los puramente financieros. Las preocupaciones relativas al dinero pueden proporcionar claves importantes en cuanto a lo que realmente necesita atención. Todo lo que tenemos que hacer es ubicar los patrones que subyacen a estas preocupaciones, dar prioridad a lo más importante y entonces determinar cuáles son las acciones a tomar, al menos identificar el primer paso y, entonces, proceder a partir de allí. Esto nos hará iniciar un ciclo de cambios de nuestros patrones de karma inherente que pueden remontarse a nuestra historia familiar.

En fin de cuentas la respuesta está en enfrentar los asuntos personales que, cualesquiera sean las circunstancias, sabemos que tendremos que enfrentar, veamos o no una conexión con los asuntos monetarios. Por lo tanto... es hora de que tomes el teléfono y hables con ese hermano del que te has desconectado, de que ordenes tu habitación, de que determines por qué no puedes soportar a tu suegra, o lo que sea. Simplemente, enfrenta estos problemas. Tus problemas financieros mejorarán. ¡Te lo garantizo!

Los asuntos relacionados con el dinero, entonces, son indicadores de nuestra actitud global hacia la vida. Desde el punto de vista más fundamental, tienen que ver con la confianza: confianza en el Gojonzon, confianza en la práctica, confianza en uno mismo, confianza en el proceso de la vida. Mientras más podemos confiar, más podemos darle “a” la vida, y si así lo hacemos, más obtendremos “de” la vida y, en consecuencia, nuestra confianza se fortalecerá. Asumir el asunto del dinero puede, por lo tanto, expandir nuestras vidas. Esto también tiene que ver con nuestro agradecimiento básico, agradecimiento por tener esta vida y por tener esta práctica que nos capacita para ser más felices, para crear valor y para contribuir al mejoramiento del planeta. Tal como lo dice Nichiren Daishonin: “...la vida, en sí misma, es el tesoro más valioso de todos los tesoros. Ni siquiera los tesoros de todo el universo pueden ser equiparados al valor de una sola vida humana.” (M.W. Vol. 1, pág. 267)

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