12.3.05

FABULA: Volviendo a casa en Kapilavastu

Tomado de Seikyo Times 12/79
Traducido y enviado amablemente por Gabriel Mazzei (SGIV)

La reputación de Shakyamuni como el gran líder de una nueva religión fué ampliamente diseminada en Shravasti y los países vecinos. Informados que Shakyamuni regresaba a casa después una larga ausencia, los pobladores de Kapilavastu lo esperaron ávidamente. Especialmente alborozado estaba el padre de Shakyamuni, Shuddhodana, el rey de Kapilavastu. Él extendió una alfombra roja para darle la bienvenida.

Cada árbol, cada camino y cada pulgada de Kapilavastu tocó las fibras del corazón de Shakyamuni. En sus ojos iban y venían los cuadros de su feliz niñez , su esforzados días juveniles, y la memoria de la noche cuando dejó el palacio para hacerse monje. Ante el gran público que se había reunido para ver al Buda, el hombre que una vez fue su príncipe Shakyamuni, explicó por qué él dejó Kapilavastu y empezó en su jornada para buscar “El Camino”, cómo logró la Budeidad, y de que trataba la Ley con la cual obtuvo la Iluminación. Sus palabras traían consigo una cordial preocupación por la felicidad de todos. Nadie había esperado que el príncipe de Shakyas fuera semejante y extraordinaria persona. Empezando con Shuddhodana, muchas personas se convirtieron al Budismo.

Especialmente dinámica fue la reunión del Buda con Rahula, el único niño nacido entre Príncipe Siddhartha y su esposa, Yashodhara. Rahula era sólo un bebé cuando Siddhartha había dejado el palacio. Él era ahora un buen adolescente. Después de su sermón, el Buda caminó directamente hacia él. Dando golpecitos en su cabeza, le preguntó, "Desea usted hacerse un monje para practicar Budismo"? Aunque el hijo pudo haber odiado a su padre por haber abandonado a la familia, había comprendido la gran estatura de su padre después de oír sus palabras. Rahula contestó resueltamente, "Sí. yo deseo hacerme un monje budista". Shakyamuni se lo confió a Shariputra y después de esto observó su crecimiento. Hijo del Buda como lo era, no era ni un poco arrogante y atentamente se consagró a la práctica en los lugares más discretos.

Renombrado como el que iba en la delantero en su discreta práctica, Rahula respondió totalmente el las expectativas de Buda.



A intervalos, el Buda visitó Kapilavastu para predicar la Ley. Como era el caso en Magadha, Koshala y Varanasi, el Budismo se hizo bastante próspero en Kapilavastu. Excelentes jóvenes se unieron al orden budista uno detrás de otro. Entre ellos, Ananda quien era conocido por su impresionante memoria. Él era primo de Shakyamuni y el hermano más joven de Devadatta. Nació en el día Shakyamuni logró la Iluminación bajo el árbol de Bodhi y se volvió su discípulo a la edad de veinte años. Al Buda le gustó muchísimo este joven discípulo, e hizo que Ananda le acompañase adondequiera que él fuese.

Atendiendo al Buddha, Ananda oyó más enseñanzas a lo largo de sus veinticinco años de servicio al Buda que cualquier otro discípulo. La memoria excelente de Ananda se hizo la figura central cuando los discípulos budistas empezaron la recopilación del las enseñanzas de Buda después de su muerte.

Había otro discípulo famoso que fue nombrado Upali. Antes de que se hiciera un monje, había sido un barbero, diferente a los otros discípulos que habían venido principalmente de Familias Brahmanes, comerciantes adinerados o nobles de la corte. El Buda entendió bien las dificultades que enfrentaba Upali y siempre le animó a pesar de su humilde pasado. Upali era tan sincero que nunca rompió los mandatos y estaba en la delantera observándolos.

Un monje en Kapilavastu llamado Aniruddha se volvió uno de los discípulos principales. Él fue regañado una vez que porque se adormitó en medio de una de las disertaciones del Buda. Él estaba tan avergonzado que se empeñó nunca mas cabecear. Cada vez escuchaba al Buda después de sus palabras, no importaba cuán cansado estaba o cuánto quería descansar, se esforzaba por mantener sus ojos bien abiertos y así mostrar su espíritu de búsqueda. Siguió haciendo esto durante mucho tiempo. Pero la fatiga en sus ojos lo privó finalmente de su vista. Sin embargo, aunque perdió su vista física, cultivó sus ojos celestiales con los que podía penetrar cosas con más precisión que cualquier otro discípulo.

A través de sus visitas a su país natal, Kapilavastu, el Buda atrajo una serie magnífica de discípulos capaces. Sin embargo, no se quedaba mucho tiempo. Su profundo deseo de extender el Budismo lo llevó seguir adelante, a viajar más allá, dondequiera que hubieran personas sufriendo.

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