21.1.05

La parábola de la joya escondida en la túnica

Por Seikyo Junior

Érase una vez dos amigos, uno pobre y otro muy rico. Un día el pobre va a la casa del rico para pedirle ayuda. Este lo recibe con una gran mesa repleta de comida y de jarras de vino. El pobre, luego de comer y de beber, ya completamente embriagado, se queda dormido. El rico precisa resolver un negocio urgente, pero antes de salir, coloca una joya preciosa en el forro de la túnica de su amigo y lo cose para que él no la pierda. Al despertar, el hombre pobre se da cuenta de la ausencia de su amigo rico, pero ni se imagina la gran piedra preciosa que le ha dejado. Así continúa su vida deambulando por varios lugares y atravesando penosas dificultades. Algunas veces, consigue realizar trabajos bastante arduos, pero de cualquier manera, nunca logra salir de su extrema pobreza. Tiempo después, se reencuentra con su gran amigo rico que, muy sorprendido, le pregunta: —¿Por qué aún continúas pobre? ¿Qué has hecho de la piedra que te di? Yo la coloqué dentro de tu túnica para que no se perdiese y pudieras tener una vida confortable. Igualmente sorprendido, el pobre busca en la túnica, y tal como su amigo le había dicho, descubre la joya, que todo el tiempo había estado junto a él. A pesar de avergonzarse por su ignorancia, se siente extremadamente feliz por haber encontrado esa invalorable joya. Esta parábola nos dice que el hombre, generalmente, desconoce el tesoro que su vida posee y se conforma, o se da por vencido ante el sufrimiento. Ignora que su vida posee la fuerza y el poder para transformar el destino y para construir su felicidad. Para el Budismo de Nichiren Daishonin, esa joya invalorable que todos poseemos es la Budeidad. El amigo pobre representa a aquellos que no comprenden el poder ilimitado de esa joya o no creen en él. Para encontrarla dentro de nosotros, el buda Nichiren Daishonin dejó el Gohonzon para toda la humanidad (al igual que el amigo rico cosió la joya en la túnica del amigo pobre).

No hay comentarios.: