5.1.05

Anatomía del ICHINEN

¿Dónde estabas allá por 1992? ¿Cómo eras? ¿Quiénes eran tus amigos? ¿ Cuáles eran tus sueños y esperanzas? Si alguien te hubiera preguntado en aquel entonces: ¿Dónde estarás en 2002?...¿qué habrías contestado? ¿Estás hoy donde deseabas estar?

Pero mucho más imporante es saber si estás preguntándote ¿Cómo voy a vivir los próximos diez años de mi vida? ¿Cómo voy a vivir hoy para crear el mañana con el que estoy comprometido? ¿QUÉ ME VOY A PROPONER A PARTIR DE AHORA? ¿QUÉ ACCIONES PUEDO EMPRENDER HOY MISMO PARA QUE CONFIGUREN MI DESTINO FUTURO? Seguramente habrás llegado a alguna parte dentro de otros diez años más, pero la cuestión es: ¿adónde? ¿ En quién te habrás convertido? ¿Cómo vivirás? Ahora es el momento para diseñar los próximos diez años de tu vida, y no una vez que hayan transcurrido. Debemos aprovechar este momento. Ya nos encontramos en el nuevo milenio, pleno siglo XXI... Dentro de apenas diez años, en el 2012, miraremos atrás y recordaremos este día tal como hoy evocamos 1992. La pregunta es: ¿Te sentirás contento cuando contemples los años noventa, o quizá avergonzado? ¿Satisfecho o frustrado?
En esencia, para dirigir nuestras propias vidas debemos hacernos cargo del control de nuestras acciones. Lo que configura nuestra vida no es lo que hacemos “de vez en cuando”, sino lo que hacemos de forma consistente, constante, vale decir, LA ACCION. Pero... ¿cuál es la esencia de la acción? La respuesta es el poder de la determinación. Todo aquello que sucede en tu vida, comienza con una decisión y el destino de cada uno queda configurado en “ese momento” de decisión. Esa es precisamente la etimología del término budista ichinen: “UN instante”. Las decisiones que estás tomando ahora mismo, cada día, no solo configurarán la forma en que te sientas hoy, sino también aquello en lo que te convertirás a lo largo de la primera década del 2000 e incluso más allá.
Y si así lo decidimos, podemos transformar nuestras vidas en una verdadera obra de arte. ¿Cómo? Simplemente tomando HOY MISMO las decisiones acerca de cómo queremos vivir en el 2012 y más allá. Y si no tomás HOY esas decisiones, entonces ya has tomado de algún modo una decisión negativa: es decir, la decisión de dejarte dirigir por las circunstancias en lugar de configurar tu destino. Toda la vida puede cambiar en un solo día: es el día en que decidas no simplemente “lo que te gustaría” tener en la vida o aquello en lo que desearías convertirte, sino en quién te comprometes a ser, hacer y tener en tu vida (en ese orden y sin saltearse ninguno). Esa diferencia de ichinen entre “lo que me gustaría” y “lo que realmente estoy dispuesto a hacer para llevar a cabo ese cambio” marca la diferencia. Porque muchas veces decimos: “Me gustaría ganar más dinero o tener tal o cual trabajo”. O bien: “Quisiera tener una mejor comunicación con mis hijos”. Y hasta nos animamos a decir “Deseo el kosen-rufu del mundo...” “Quiero transformar mi medio ambiente”, etc. Pero ESA CLASE DE AFIRMACIONES NO IMPLICAN NINGUN COMPROMISO. En ellas sólo afirmamos una preferencia, no una determinación. No son más que débiles oraciones que ni siquiera contienen la fe necesaria para emprender ningún cambio.
Y no sólo tenés que decidir con qué resultados querés comprometerte, SINO TAMBIEN LA CLASE DE PERSONA QUE TE COMPROMETES A SER. Lamentablemente, en lugar de eso perdemos mucho tiempo buscando justificaciones: no alcanzamos los objetivos o no vivimos la vida que deseamos por culpa de cómo nos trataron nuestros padres, o debido a la falta de oportunidades durante nuestra juventud, o a la educación que no recibimos, o porque somos demasiado viejos, o demasiado jóvenes... Todas estas no son más que excusas limitadoras y destructivas.
Por el contrario, utilizar el poder de decisión frente al Gohonzon nos proporciona la capacidad para arrollar cualquiera de estas excusas que se nos interpongan en el camino y cambiar lo que debemos cambiar tan sólo en “un instante” (Ichinen). Tu vida cambia en el mismo instante en que tomás una decisión nueva, congruente y comprometida frente al Gohonzon: es precisamente de eso que trata la oración, ni más ni menos, la verdadera oración actúa como movilizador de nuestra vida, es el poder que enciende el proceso de convertir lo invisible en visible, lo imposible en posible, la derrota en triunfo. Las verdaderas decisiones son catalizadores que transforman nuestros sueños en realidad.

Inicialmente, no es tan importante saber COMO vas a poder alcanzar un resultado: LO IMPORTANTE CONSISTE EN DECIDIR QUÉ ENCONTRARÁS UN CAMINO A TRAVÉS DE LA PRÁCTICA. Pero la mayoría de nosotros no sabemos aún lo que significa tomar una verdadera decisión: todavía no nos damos cabal cuenta de la inmensa fuerza de transformación que genera una decisión congruente y comprometida. Y en parte eso se debe a que nos hemos habituado a usar la palabra “decisión” de una manera tan imprecisa que ha terminado por significar algo así como una “lista de deseos”. De este modo, en lugar de tomar verdaderas decisiones, seguimos afirmando tibias preferencias. Tomar una verdadera decisión significa DESCARTAR CUALQUIER OTRA POSIBILIDAD. En otras palabras, requiere comprometerse en lograr un resultado, un objetivo, y descartar cualquier otra posibilidad que no sea ésa.

Existe un impedimento final para ejercer este poder infinito de la decisión: y es que debemos superar nuestro temor a equivocarnos. Sin duda que te equivocarás, pero tendremos que aprender a superarlo esforzándonos por aprender de nuestros errores y hacer surgir nuestra sabiduría en lugar de autoflagelarnos. Cualquier persona que haya obtenido prueba real te podría decir que concretó sus objetivos porque tomó más decisiones que los demás. En efecto, si emprendés la acción diez veces al día – mientras otros actúan solamente una vez al mes, por así decirlo- ¡habrás acumulado diez meses de experiencia, en uno solo día!

Y en los momentos más difíciles, recordemos que un retraso en el logro de nuestro objetivo no implica un fracaso: lo que parece imposible a corto plazo finalmente se logra si se persiste en ello. Vale decir que para triunfar debemos pensar de forma consistente a largo plazo. Estos altibajos o “rachas” no son más que etapas comparables a los cambios estacionales: ninguna estación dura eternamente sino que toda la vida es un ciclo de siembra, maduración descanso y renovación. Nichiren Daishonin dice: “Los que creen en el Sutra del Loto son como el invierno, que jamás deja de convertirse en primavera. Nunca he visto u oido que el invierno retroceda y se convierta en otoño”. Parece una sencilla frase que enuncia algo obvio pero, en realidad, está sometiendo a prueba nuestra convicción en el Gohonzon: al igual que sabemos que luego del invierno viene la primavera, ¿vivimos cada instante de nuestra vida con la convicción de que estamos construyendo de manera inexorable una primavera para nosotros y los demáss?
Son nuestras decisiones, y no nuestras circunstancias, las que determinan nuestro propio destino. Una decisión verdaderamente comprometida frente al Gohonzon es la fuerza que cambia nuestras vidas. Y se trata de un poder que tenemos a nuestra disposición en cualquier momento, ¡siempre y cuando “decidamos” utilizarlo!

Enviado por Cristina Valarino y Recibido de Adriana Korec- de Sokadance- 2002

1 comentario:

Argelia Virginia Méndez dijo...

Excelente!!!!Ahora leo que este artículo lo envió ( no sé, si lo escribió también) mi mamá shakubuku. (Mi compinche y cuñada)